Mujeres para la historia, Wu Chao.

He decidido inaugurar una nueva sección en este cada día más acojonante blog, se trata de rescatar un poco las figuras de algunas de las mujeres que han protagonizado la historia de la humanidad y que sin embargo en casi todos los casos han quedado casi en el olvido, a ver, no hablamos de mujeres desconocidas, puesto que son figuras muy relevantes y así figuran en la historia, pero para qué negarlo, tú vas y le preguntas por la calle a la peña a ver quién fue Zenobia de Palmira, por ejemplo, o Ahmose Nefertari, o Teodora de Bizancio y lo normal es que te respondan un «¿mande?» bien grande, realmente pocas mujeres figuran con gran relevancia en los libros de historia, Cleopatra o Juana de Arco valdrían como ejemplo.

Mas, qué queréis que os diga, hay mujeres, como Wu Chao, cuya existencia es una golosina completa, mujer de contrastes, una de las mayores hijas de puta de la historia, mala como la peste, asesina, puta (literalmente además), manipuladora, pero, una cosa te digo también, si hay algún caso concreto en el que el fin pudiera justificar los medios sería este, porque a pesar de sus grandísimas hijoputadas que te contaré a continuación, hay que reconocerla que con ella al gobierno su pueblo alcanzó cotas de libertad, bienestar y paz nunca vistas antes. Vamos pues con un pequeño resumen de las andanzas de esta pedazo de cabrona sin sentimientos.

Wu Chao o Wu Zetian, uno de los grandes personajes del siglo VII D.C. Imperio chino, al mando Tai Tsung, hablamos de una época y un imperio en el que no sorprenderá a nadie que el papel de la mujer era como un poco bastante triste, no recibió educación a pesar de proceder de una familia acomodada, ella sola se encargó de aprender a leer y a escribir a escondidas, el máximo interés de sus padres era que saliera guapa y salió guapa, no esperaron mucho y a los catorce años se la venden al emperador Tai Tsung como concubina.

En el palacio real ejerce como tal y conoce al hijo del emperador, al heredero, Kao Tsung, que quedó prendado de ella, historia de amor de esas preciosas que se ve trucanda cuando muere el viejo de Kao, la tradición mandaba que todas las concubinas del emperador fueran recluidas en un templo aislado y tal y tal, tardó años la buena de Wu en lograrlo, pero lo logra, es trasladada de vuelta a palacio como concubina de Kao, que por entonces ya llevaba años de emperador.

La cosa es que Kao ya tenía emperatriz y varias concubinas más, que ojo, no todas eran iguales, Wu estaba digamos en la cola, bien, Kao se zumba a Wu repetidas veces y le hace un churumbel, entonces va Wu y ve la oportunidad de aprovechar esa circunstancia y empieza sus cabronadas, asfixia a su propio hijo y se lo monta de tal forma que todo parece una conspiración de la emperatriz y de la primera concubina, un asesinato por celos vaya, logra que ambas sean desterradas, para asegurarse de que no vuelven manda asesinarlas.

Ya en el primer puesto de la lista de mujeres del emperador le da a este cuatro hijos más, la casualidad quiso que a kao le diera un telele, embolia o como quieras llamarlo, lo cuál hizo que de facto Wu fuera la gobernanta, ya que el emperador no podía ya ni moverse. De todas formas Wu fue viendo peligrar su puesto a medida que sus propios hijos crecían, ya que estos eran los herederos oficiales, al primero lo asesina ella misma, a otro lo manda al exilio, a otro lo declara incapaz de gobernar… «cría cuervos y te sacarán los ojos» se dice, los cojones de Blas, se dice que cuando tenía bebés y estos abrían los ojos por primera vez y la reconocían de la tele intentaban salir por patas, pero como no podían andar pues eso, «daros por jodidos» les decía su mamá mientras les mecía y les cantaba esa bonita nana de «a morir, a morir, a morir pequeñito».

Mas siendo justos era igual de hijaputa con todos los que pudieran ponerla en peligro, tenía una sobrina que le hacía bastante tilín al emperador, que aun sin moverse pues parece que le seguía molando el tema de que le pusieran cachondo, va Wu y la envenena, «aquí todos iguales» se dice que comentaba por los pasillos de palacio, en realidad fueron decenas los miembros de la familia real los que acabaron sus días asesinados por Wu, ya sea directa o indirectamente.

Pero, las cosas como son, estableció la libertad de culto, algo asombroso para la época, fue especialmente generosa con el mundo cultural chino de la época, paró los abusos de su ejército con para la población civil. Fue precursora de la sanidad pública tal y como la entendemos hoy, abrió multitud de hospitales y dedicó grandes cantidades de dinero para la investigación médica, incluso para enfermedades mentales, algo que es casi insólito.

Estableció una gran red de centros para el estudio donde comenzaron a ir también mujeres, si alguien mejoró mucho su nivel de vida durante el gobierno de Wu Chao fue el colectivo de mujeres, jamás antes lograron mayores cotas de libertad, acceso a todo tipo de servicios, educativos, sanitarios, derechos legales y un gran etcétera, promovió también una mayor igualdad entre clases sociales, bajando privilegios a las clases altas y subiendo los derechos a las más desprotegidas.

Militarmente logró una gran expansión del imperio, conquistando la actual península de Corea, fue innovadora también en este aspecto mejorando en mucho la eficacia militar de su ejército y sobre todo de su flota, clave para sus éxitos militares, queda claro pues que su labor como regente del imperio fue bastante sobresaliente.

Te preguntarás por la imagen, es parte de una de las muchas leyendas que acompañan a Wu Chao, el hacer que cada emisario que llegara a pedirle audiencia antes le comiera un poco el potorro, en realidad las leyendas acerca de las costumbres sexuales de Wu son tan extensas que darían para otra entrada, bien, heroína o diabla, a saber, un poco de todo o un mucho de ambas cosas, queda la entrada larga lo sé, pero es que más no se puede resumir, quedan muchísimas cosas en el tintero, quizá para otra ocasión.

Platero y Tu y una canción muy especial para mí, lo sabes cariño, no te olvido, recuerdos, muchos recuerdos, tantos que no sigo escribiendo porque aun me humedeces los ojos. «Esa Chica tan Cara».