«House of Cards», el lado más sucio de la política.

Vaya, pocos estrenos de series esperaba uno con tanta expectación que esta «House of Cards», una serie especial desde su origen, puesto que no es proyecto de ninguna cadena de televisión, sino de la plataforma Netflix, de hecho creo que es la primera serie hecha para ser estrenada ahí, Beau Willimon es el autor de la serie, aunque está basada en otra de la BBC con el mismo nombre, esta a su vez bebe de la fuente de una novela de un tal Michael Dobbs, que no tengo el gusto de haber leído.

Kevin Spacey, anda que no es reclamo, él encabeza el reparto, actor que para mí siempre será un tipo especial desde que le vi en esa maravilla llamada «Sospechosos Habituales», una más de las muchas estrellas de cine que dan el paso a participar en una serie de televisión, Robin Wright es otro reclamo bien gordo, junto a ellos tenemos en el reparto a Kate Mara, a quien recordarás de «American Horror Story». Pero más allá del reparto y de la concepción de la serie lo que me hizo ansiar verlas fueron las buenísimas críticas que leía al respecto, «cruda», «brutal crítica al sistema».. buena pinta sin duda.

La verdad es que la serie te da buenas sensaciones, nunca un prota fue más prota, todo gira en torno al personaje de Spacey, un congresista yanki que en la sombra domina los entresijos de Washington, tomándose las cosas como si fueran una gigantesca partida de ajedrez, moviendo sus peones a conveniencia, la verdad es que un poco bastante hideputa ya es, pero te cae simpaticote, ojo, «hideputa» viene en el diccionario, por una vez no es un taco.

Además en varios momentos ese mismo personaje mira a cámara y habla con el espectador, o le hace pequeños guiños, todo claro, en pos de lograr eso, una identificación plena del telespectador con el prota, lo consigue, es un recurso que aunque no se usa demasiado es efectivo a tope para lograr ese tipo de cosas. Protagonista, nunca fue más apropiado el término, Frank Underwood, sobre él pivota todo, realmente todo lo que tiene la serie de atrevido y crítico lo deja para el personaje interpretado por Spacey, que claro, con un papel a su medida se luce a base de bien.

Es quizá la pega, que no es un retrato crítico de la clase política, no es «The Wire», es más, hasta podrías pensar que si de algo pecan los políticos es de pardillos y marionetas, que no digo que no lo sean, pero pardillos hay millones y para trepar hasta ahí arriba alguna cualidad, un mínimo de hideputismo debes tener, como digo toda la parte crítica se la lleva el bueno de Francis Underwood, con un papel más que importante también para la prensa, también sintetizado en uno o dos personajes.

Es la falta de coralidad lo que quizá lastre a la serie, en mi opinión, porque no alcanza la profundidad que esperabas, da la sensación de que eso, pudiendo hacer una visión más completa del sistema se limita a contar una historia en concreto y venderla como lo primero.

Pero, claro, por contra, de los trece episodios de esta primera entrega tan solo encontré uno de relleno, al no liarse con historias paralelas pues el tema resulta ágil y perfectamente asumible y entendible por el común de los mortales, tampoco es que moralice demasiado, con el típico prota cabrón pero que en el fondo tiene buen corazón, no, es cabrón, con todos los matices de la palabra cabrón, hay sexo, pero tampoco exagerado, como la historia es sencillita y comprensible pues te enganchas.

Queda el tema del título, claro, cuando llamas a algo «Castillo de Naipes» te temes lo peor, que se desmorone, y la putada es que justo cuando comienza esa parte cortan y dejan la cosa para la segunda temporada, una putada, pero vaya, que me gustó lo suficiente para esperarla.

Posdata, » Catch Me When I Fall» es un tema de una banda de metal melódico sueca llamada Bad Habit, banda nueva, que debutó con «Atmosphere», disco en el que se incluye esta canción, en 2011, pegadizo y con aires de clasicote, no es que sea esto para matarnos a pajas, pero se escucha muy bien.