Y la otra entendió mimada.

La entrada dedicada a las mamadas trajo cola, si una entendió «manada», refiriéndose claramente a los machos, va Karmel y entiende mimada, claro, a cada cuál lo suyo, hablar de mimos, fácil para la gente normal, complicado para alguien que los desconoce 😦 es lo que tiene ser feo, que de pequeño en vez de enseñarme lo de «mi mamá me mima» me enseñaban folletos de guarderías en Corea a ver si me animaba.

Definición de «mimo»: Cariño, halago, demostración de ternura, no, ni me suena, qué será eso de cariño, «Cariño es un municipio de la provincia de La Coruña, Galicia, España.», pues no he estado nunca, pero, indaguemos, qué tiene de especial Cariño, ese municipio gallego, pues tiene un cabo llamado Ortega, que sí, no me digas que no sería buena excusa para hablar ahora de la mili, pero no, resulta que el cabo Ortega es el límite oriental del……. golfo de Vizcaya¡¡¡¡ venga, no me digas que no mola, «golfo de Vizcaya», joder, los mimos no, pero a golfear en Vizcaya y al follar no me gana nadie, y a lo primero más, pero ojo, contra mi voluntad.

Es probable que tengas la idea de que he forzado la cosa, no no, la prueba, anda que no sabía ya Karmel que al pedirme hablar de mimos íbamos a acabar hablando de golferías vizcaínas, así se las ponían a Fernando VII (que no Felipe II), por cierto, que habrá que ir un día a buscar el origen de esa frase.

Uno de pequeño tuvo la mala suerte de rodearse de mala gente, la cuadrilla, golfos era poco, uno se resistía, «Dessjuesito, que vienen a buscarte tus amiguitos para iros de borrachera y fumada», «no no mami, prefiero quedarme en casa estudiando un poco que aun se me resiste la lista de los reyes godos, además que me gustaría ir adelantando el temario del año que viene que hombre precavido vale por dos», pero nada, al final me obligaban a ir de fiesta abandonando mis adorados estudios.

Así que no me quedaba otra que ir a jugar al kinito, ponerme ciego a calimocho y a porros, culpa claro, de que por entonces dejaran fumar en los bares y sirvieran alcohol a menores, qué gentuza, ahora al menos los chavales tienen que hacer botellón al aire libre y eso siempre se agradece, entonces no, pero repito, obligado, uno, cuando habla de su pasado debe hacerlo sinceramente, sobre todo cuando le cuenta sus cosas a Karmel, que no, que lo de golfo de Vizcaya me queda grande.

Yo iba a estudiar, al insti, y me engañaban, los compañeros, lo que siempre se dice de las malas compañías, qué razón, hacedme caso chavales, ojo con las malas compañías, era entrar por la puerta de ese templo público de sabiduría que es el instituto y me venían los compañeros, «eh Dessjuecito», porque tenía cara de buen chico, «que hemos pensado que como hay exámenes vamos a ir al bar a repasar».

Qué idea más estupenda, ahí todos en el bar con unas fantas y debatiendo amigablemente sobre integrales derivadas, qué más puede pedir un chaval estudioso como era yo, por los huevos, menudos estafadores, era ir al bar y sacar litronas y el cubilete de los dados, «venga, estudiemos estadística jugando al kinito», no sé cómo coño podíamos luego pencar estadística con el cayo que teníamos ensayando en el bar.

«Dessjuecito Dessjuecito, mañana hacemos pira», me negaba en redondo, mayor pecado que faltar a clase para mí no había, «es que vamos a estudiar la flora hombre», a ver, así ya es otra cosa, interactuar con la naturaleza, recoger plantitas y clasificarlas, uno siempre fue de eso del medio ambiente, salvemos los trebolitos de las putas vacas que se los comen (por venganza me las como a ellas), pero qué decepción cuando comprobé que la única planta con la que interactuábamos es con la marihuana.

Y así, querida niña, así queridos jovenzuelos que me estéis leyendo, fue cómo, por culpa de unos desaprensivos e inexplicablemente, me echaron del instituto y perdí la opción de ser alguien en la vida, duele recordar esos tiempos en la que la verborrea de Antoñito el mudo me seducía por completo y lograba sacarme de las aulas para darnos a la perversión de las drogas, menuda labia tenía el jodido, suele decirse que el paso de los años hace que cambiemos la realidad de lo que recordamos, pero eso lo dice el mismo que advierte de que en las puertas de los colegios los chicos malos reparten droga a los niños, sí por mis cojones, anda que no recorrimos colegios a ver si le pillábamos, un mito.

Sonata Arctica para la posdatilla, «Paid in Full».