Patente de pernada o algo de corsos y sus derechos.

Voy a hablaros hoy de dos expresiones, «Derecho de pernada» y «Patente de corso», dos expresiones que se usan en similares circunstancias, a saber, que puedes hacer lo que te salga de los witos, sin que nadie te lo impida ni que el hacer las cosas te traiga consecuencias, bien, está claro el sentido de ambas cosas, es más, nos pueden sonar de dónde vienen, pero ojo, que hay mucho mito aquí.

Aunque vienen a significar lo mismo su origen es, evidentemente, muy distinto, vamos con la primera, a la que dedicaré poco tiempo, «derecho de pernada», algo que hemos visto en cine, por ejemplo en «Braveheart», el señor, siempre un hijoputa, va a la boda de la parejita encantadora y reclama su derecho a yacer con la novia en su primera noche de casada, a ver, concretemos, «yacer», significa «zumbársela», pero, ¿realmente sucedía esto?.

Pues ciertamente hay dudas, no es que no sucediera, pero hay más de uno y más de dos que piensan que eso del derecho de pernada es más mito que otra cosa, como el salir de fiesta en Bilbao y pillar cacho, la teoría en la que personalmente más creo, que existir el derecho existía, pero que pocas veces se llevaba realmente a cabo, que siempre había por ahí un impuestillo especial, una ofrenda compensatoria, que hacía desistir de usar tal derecho, total, eran ganas ya de enemistarse con sus plebeyos, cuando el señor podía zumbarse a cuanta mujer quisiera.

Una vez aclarado el tema de la pernada vamos con los corsarios, «patente de corso», bien, corsarios, piratas, bucaneros, todos los tenemos en mente, ahí por los mares asaltando barcos de ricachones, con su damisela que al final se enamora del capitán pirata y cuyo padre es el jefe de los malos, todos esos términos suelen utilizarse como sinónimos, mas no debería, no al menos en el caso de los corsarios.

¿Quienes eran los corsarios?, pues los que tenían la patente de corso, ¿qué es la patente de corso?, lo que tenían los corsarios, ¿aclarado?, si es que no hay como explicarse

Venga va, finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, las grandes potencias tenían un serio problema de falta de barcos, construir y equipar un barco de guerra era costoso, los medios pocos, a su vez veían como sus barcos eran atacados por piratas allá por donde iban, así que a alguien se le encendió la bombilla, contratar a algunos de esos piratas y que atacaran a las potencias rivales, el contrato era precisamente un documento llamado patente de corso, que eso, permitía al pirata que lo ostentara atacar a cuantas naves del país rival quisiera, de facto pasaban a ser miembros de la armada del país que le otorgaba la patente.

De facto, aquí entramos ahora en el tema del apotema, imaginaos, un barco de corsarios ataca a un buque enemigo, gana, de puta madre, se quedan con parte del botín, otra parte para el país que les contrata que además elimina un rival, que pierde, pues las leyes contra los piratas solían ser muy duras, pero claro, es que no eran piratas, no al menos oficialmente, cuando eran capturados enseñaban el papel y añadían «ojo ojo que somos miembros de la armada de Talpaistán», con lo cual el trato recibido debería ser mucho más benévolo.

Cuando le preguntaban al país ese, a Talpaistán, pues estos se hacían los orejas, «¿llevaban nuestros estandartes?», «pues no sé, no los conozco de nada», el tema es que al final los corsarios navegaban (nunca mejor dicho) entre la legalidad y la ilegalidad, con unas condiciones más que ventajosas, podían hacer lo que les viniera en gana, lo que hacían toda su vida, pero con unas consecuencias mucho más favorables que las del resto de piratas caso de ser pillados, es por ello que el nombre de ese documento, «patente de corso», venga a significar eso, que puedes hacer lo que quieras sin miedo a las consecuencias.

Ahora vas y lo tuiteas, pero añade que la posdata es nada menos que Scorpions, con un tema de sus últimos años, «The Game of Life».