En tiempos de guerra cualquier agujero es trinchera.

Zum es una dicharachera jovenzuela que se dedica a ver pelis cutres y demás cosas de jovenzuelas, un ejemplo de juventud perdida, en mis tiempos uno se dedicaba a ver grandes clásicos, como las pelis de Esteso y Pajares y las de Bud Spencer, ahora ya no hay valores, pues la jovencita esta tenía la curiosidad de saber el origen de una expresión: «En tiempos de guerra cualquier agujero es trinchera». Antes, para abrir boca un chiste para españoles, entra Bárcenas en un bar y pide un descafeinado, el camarero le pregunta, «¿de sobre?» y Bárcenas responde «qué cabrón, cómo me conoces».

¿Por qué el chiste?, porque realmente la frase esta parece ser más un refrán que otra cosa, alguna teoría al respecto encontré, pero nada concluyente, eso en, digamos, los medios tradicionales, sí que encontré una cosa curiosa en la revista «A ti qué historia te han contado», cosa que, te sonará seguramente, porque en realidad es un chiste, así que te preguntarás, «¿tienes tanta cara como para soltar un chiste y dar respuesta a la curiosidad de Zum?», y la respuesta pues eso, como la de Bárcenas 😀 allá vamos pues.

El sentido de la frase pues todos la conocemos, en caso de necesidad extrema cualquier recurso es aprovechable, podía ahora contarte una milonga que si en la guerra de no se qué usaron un agujero para protegerse, pero es que como te digo no está muy claro que eso pasara, tiene, la frase, un segundo sentido, que es el que refleja un concienzudo artículo de la revista antes citada y que te resumiré a continuación.

A un pueblo, hace la pila de años, llega un profesor, hay dudas sobre su nombre, aunque es probable que se llamara Flanagan, resulta curioso el hecho que según las investigaciones de los científicos de la revista en el pueblo no había mujeres, la pila de hombres, pero ninguna dama, tú, tocapelotas, te preguntarás el cómo coño podía haber niños en un pueblo sin mujeres, tienes razón, cambiaremos pues la profesión del hombre, de profesor a maestro de escuela, así corregimos esa evidente incongruencia.

Pues llega el maestro y se pregunta el cómo se las arreglarían en el pueblo para dar rienda suelta a sus más primitivos instintos, lo consulta con el alcalde y este se limita a decirle que para esas cosas tienen a la burra siempre dispuesta al lado del río, claro, la idea apetecible no debía de ser, así que el maestro rehúsa la invitación del alcalde a hacer uso del animal.

Pero, llega un día en el que tras ver en la tele el programa de Maria Teresa Campos (con ese culazo que se gasta tan provocativo) el maestro no puede más y dice una frase, «cuando las ganas de joder aprietan ni las burras se respetan», que es, a grandes rasgos, lo mismo que la frase que tanto interesa, a saber por qué, a Zumcita, así que baja para el río el hombre, observando al llegar una tremenda cola justo detrás de la burra.

Se pone a la cola, no es plan de colarse claro, pero le ven y por respeto le insisten en que pase el primero, tras un tira y afloja, «no no», «que sí maestro», «que no», «venga o pasas o te usamos a ti», decide por fin ir donde la burra, se coloca detrás, se baja los pantalones y no sin esfuerzos logra comenzar la tarea. Estaba ahí el hombre dándole que te pego, ajeno a las miradas extrañadas del resto, disfrutando del momento, del ansiado momento, cuando va uno y le toca por detrás.

El maestro indignado se gira, «qué qué, coño, dejadme que es mi turno, cojones», el otro, el que le tocó por detrás, le mira y le dice, «continúe maestro, pero por favor, no nos canse mucho a la burra que tenemos luego que usarla todos para cruzar el río e ir al puticlub de la otra orilla».

Me descojono, qué bueno, di que el del negro que se tira del avión es mejor, pero ese no se puede contar por escrito.

Posdata: Disturbed, «Prayer».