Una relación frustrada (detectives otra vez).

Pues nueva vuelta al juego de los detectives, no te pongo enlaces, pero ya hemos jugado a esto varias veces, te explico brevemente de qué se trata, yo te cuento una historia, pero parte de la misma, más bien el final, tú debes, mediante preguntas en los comentarios, ir adivinando qué ha pasado, pero ojo, solo se pueden efectuar preguntas a las que se pueda responder «sí», «no» o «carece de importancia».

Como veía yo el ambiente lleno de sobrados, «qué fácil», se decía, pues hoy una historia complicada, a priori tendrás la tentación de pensar que es sencilla, yo que tú andaba con ojo, no dando nada por sentado, esta es la historia:

Merikeit volvía a casa superfeliz de la muerte, pensaba en su recién establecida relación con Flanagan, que por el momento estaba colmando todas y cada una de sus expectativas, era de noche y la luna brillaba con toda la fuerza con la que brilla la luna, que sabemos que poca, que refleja la luz del sol, pero no es cosa de quitar encanto al momento.

Dobló la esquina que daba a su calle y de repente se dio cuenta de que Flanagan la había engañado y que su relación era eso, una farsa, sin pensar demasiado decidió no volver a verle jamás.

Pues nada, a ver si damos con la cosa esta del desengaño de Merikeit, mientras piensas y preguntas música, un pedazo de tema de Bon Jovi, tremendo este «Always».

Solución:

Merikeit era una tipa moñas, amargada, solitaria, como Inma sin el coriano, para que me entiendas, como su presente era un asco pidió cita con un vidente para saber de su futuro.

Flanagan era un tipo ruín y despreciable, en realidad era basurero, pero se sacaba unos duros como vidente, pero ante todo era ruin, despreciable y ojo, melenitas, detalle importante, según le dió cita a Merikeit, sabiendo ya su dirección, aprovechó para rebuscar en sus basuras.

Así, para cuando Merikeit llegó a la consulta del vidente melenitas Flanagan le pudo adivinar, por ejemplo, que sufría de almorranas (ese envase de hemoal), que tenía un perro (por la bolsa de pienso), que le gustaba la verdura, que le gustaba la pizza, muchas cosas que solo mirando la basura de ella le fue fácil adivinar.

Merikeit, ilusa, y ante la falta de un coriano que la protegiera de depravados melenitas, alucinaba en pepinillos, hasta ovuló de la emoción, «cuánto me ha adivinado Flanagan», y estaba feliz feliz, como yo cuando veo a mi vecina «la tetas» colgar sus tanguitas, volvía a casa ilusionada cuando al doblar la esquina vió a Flanagan, pero ya no como vidente, sino como basurero, y encima rebuscando en su basura, no le hizo falta pensar mucho para darse cuenta del engaño.

Mientras, Flanagan, bajando el elevalunas del camión, se plantea cuestiones existenciales u ontológicas acerca de la inmutabilidad del ser al ver tanta basura, tomando una naranja a medio comer y a medio podrir y exclamando, «ser o no ser, ¿el color naranja es por la naranja o la naranja es por el color naranja?».

Epílogo: Así que Merikeit se dijo «pues que le follen», y se lo folló, y mientras le cabalgaba furiosamente le gritaba, «a ver si espabilas cerdo», a lo que él respondía, «oh si si, siiiiiiiii»