Los detectives, ¿un viajero histérico?.

Bueno, vamos con una nueva entrega del juego detectivesco por excelencia, hasta en tres ocasiones ha aparecido por este blog, está bien que consultes alguna para ver el desarrollo y tal, aquí, aquí y aquí. Mas de todas maneras te volveré a contar de qué va, las menstruaciones o reglas y demás.

Yo cuento una historia, incompleta, y seréis vosotros, amados lectores, quienes descubriréis el resto, ¿cómo?, a base de preguntar, pero ojete, sólo son válidas preguntas a las que se pueda responder con un «SÍ», un «NO» o un «nos la pela», esa es la regla fundamental.

Y el consejo, nunca des nada por sentado, las apariencias engañan y la historia siempre suele esconder una pequeña trampa, vamos con la historia de hoy:

Flanagan se sentó, junto a la ventana, como siempre solía hacer, cogió un libro, empezó a releerlo por enésima vez, esperaba que el viaje fuera del todo tranquilo y se pasara rápido.

De pronto se levantó del asiento y empezó a chillar y a advertir que el viaje no debía iniciarse de ninguna manera, que de ser así morirían todos, no le hicieron caso, le sedaron.

Minutos después ya todos estaban muertos.

Pues nada, a averiguar qué es lo que pasó, mientras pensáis qué mejor que música, Amaral, te sorprenderá encontrar a Amaral, pero es que les mola a mis niñas, y esta canción ni te digo, «Días de Verano».

Pues ya tenemos la historia resuelta, póngola completa para que la contéis en una boda y salgáis follados de ella, que quien no pille con estas cosas es que vamos…

Flanagan está en el avión y todo eso, leyendo la biblia y tal, a su rollo, el día antes un feligrés le haía dicho en secreto de confesión que pensaba suicidarse en breve, en breve no es un lugar, es una cosa de tiempo.

Está ahí el Flanagan cuando de repente escucha por los altavoces la voz del piloto diciendo que tal, que si el vuelo, que si la altitud, que si viva el SEPLA y coño, «no me fastidies, que es el suicida», y monta el pollo, que no puede continuar el vuelo, que van a morir todos, pero claro, no puede decir más, por el secreto de confesión, y no le creen.

¿Cómo mueren?, pues por el altavoz el piloto les cuenta el chiste del negro que se tira del avión y se mueren todos de la risa.