Mujeres en la gran guerra.

Margaretha Geertruida Zelle recibió, dicen, un 13 de febrero de 1917, completamente desnuda a los guardias que iban a apresarla, les ofreció chocolate caliente, el 15 de marzo del mismo año murió fusilada, dicen, quién sabe si los mismos u otros, que vestida muy coquetamente, que lanzó un beso a su confesor y otro a su abogado, que se negó a que le taparan los ojos y que fue el pelotón que ejecutó la sentencia de muerte quien hizo uso de las vendas para poder fusilarla, Mata Hari, sin duda el gran mito femenino de la primera guerra mundial.

Es curioso, cuando hablo de este conflicto pocas veces me da por hacer bromas, hoy tampoco, no va a ser esto una entrada sobre la figura de Mata Hari, sino una pequeña aproximación, un esbozo, del papel que la mujer jugó en esa contienda, intentando que eso, quede resumidita la cosa, como siempre es más esto un intento de que cuando acabes de leer vayas a indagar al respecto que un concienzudo y riguroso análisis, ah, te hablaré también de la verdadera gran espía de la guerra.

No nos vamos a engañar, el principal papel de la mujer en toda guerra ha sido sufrir, aquí también, ellas se quedaban en casa mientras el marido o el padre, o el hijo, según fuera el caso, marchaba al frente, como toda la población civil pasaron hambre y calamidades, aquellas que tuvieron la desgracia de vivir en zonas de ocupación fueron a menudo asesinadas, violadas y demás, su labor en el frente no solía pasar de ejercer de enfermeras.

Hombre, algún capítulo aprovechable tuvieron, sobre todo en Inglaterra y resto del Reino Unido, aquí, alejadas de las miserias del continente, suplieron en la industria a los hombres que guerreaban en el frente, lograron cierto reconocimiento y cierta independencia económica, pasarían muchos años para que la mujer accediera de nuevo a esas mismas industrias, eso fue lo malo, que el acceso a puestos de trabajo hasta entonces destinados al hombre duró lo que duró la guerra, luego vuelta a la normalidad, amas de casa y servicio en casas de nobles.

¿Y en el frente?, ¿y en la guerra en sí misma?, pues ya te hablé, por ejemplo, cuando pasamos el rato hablando de alguna de las curiosidades de la gran guerra, esas putas condecoradas a título póstumo por plagar de bajas el bando enemigo contagiándoles enfermedades venéreas, pero no deja de ser eso, anécdotas, a ver, para ellas no, que murieron fusiladas, pero su peso en el desarrollo de la guerra fue más bien menor.

Pues vamos ya, sin más dilación, a poner algún que otro nombre propio sobre la mesa, dejando para el final a esa de la que te hablé, la «verdadera Mata Hari». Sarah Aaronsohn, esta judía trabajaba para los británicos en el frente de Oriente Próximo, colaboró en un sistema de espionaje que hizo estragos en el Imperio Otomano, cuando los turcos descubrieron todo el tinglado fue detenida y se suicidó.

Hubo mujeres que pasaron a la historia por sus actos en la guerra y hubo otras que ya eran famosas y que sirvieron en el frente, principalmente como enfermeras, es el caso de Josefa Dominga Balcarce, Margaret Brown o Marguerite Moreno; de enfermera también ejerció Edith Cavell, esta británica fue ejecutada por los alemanes, ya que aparte de su labor curando heridos colaboró en la fuga de casi 200 soldados aliados, a esta no esperaron ni al amanecer, fue fusilada de madrugada.

Clara Immerwahr, una mujer que vaya, viendo sus fotos tuvo que ser preciosa en su momento, esta pasó a la historia como responsable indirecta de la aparición en la historia de los ataques químicos, aunque lo de «indirecta» bien podría entenderse como que lo hizo todo menos el ataque en sí mismo, química de prestigio, esposa de otro químico de prestigio, creyente hasta la médula en las bondades de su kaiser y de la causa, puso todo su empeño en desarrollar esas armas químicas, gases venenosos sobre todo, que se usaron por primera vez como armas de guerra, otro suicidio tenemos aquí, se mató con el arma de su marido sin que las circunstancias del asunto se llegaran a aclarar nunca.

Y vamos con Mata Hari, ¿espía?, ¿chivo expiatorio?, pues a saber, o ambas cosas, ninguna.. cierto es que pasó información a militares de ambos bandos, cierto es que su figura fue aprovechada por militares de ambos bandos, cierto es que probablemente fuera simplemente una ingenua buscavidas enamoradiza, pero cierto es también que quizá no supo decir que no e hiciera conscientemente actos de espionaje solo para mantener su tren de vida, pero vaya, que como te decía sí que hubo una mujer, espía en toda regla, Marthe Richard.

Francesa, puta desde los 14 años (puede que incluso antes), de orígenes humildes aunque esto hasta sobra decirlo, lejos de acabar pasto de la sífilis, gonorreas y demás salió adelante, se casó, hizo sus pinitos en la aviación deportiva y se hace una destacada activista política, decide entrar en el espionaje al morir su esposo en el frente, año 1916.

Sobrevivió a la guerra y publicó sus memorias, bajo seudónimo, en la novela «Mi vida al servicio del espionaje francés» (adaptada al cine en 1937), este libro la convirtió en toda una leyenda en Francia, un símbolo nacional, sobre todo en la segunda guerra mundial donde volvió a hacer sus pinitos de «diplomática», murió ya casi nonagenaria en 1982.

Bien, otro día quizá más, de momento ya me alargué en exceso, para la posdata Alice Cooper y su «Hey Stoopid».