Nadie cabalga como Flanagan.

Inmensas praderas, tierras inexploradas, tierras sin ley, una nueva vida, esperanza, hombres rudos y aguerridos, todo eso y mucho más es lo que nos viene a la cabeza cuando hablamos del «western», las del oeste de toda la vida, las que mi padre llamaba «de indios», «Aita», le decía yo, «pero si no sale un puto indio en toda la peli», «qué tendrá que ver, también tu madre te llama guapo y mírate».

Más allá de todo esto, de viejos episodios ya superados y que no me causan trauma alguno, el que salga con verduguillo en las fotos del DNI es mera casualidad, hay otras cosas muy del cine del oeste, que es de lo que te voy a contar, con gran conocimiento, como siempre, del tema, la verdad es que solo pensar que es gratis leerme me causa urticaria, si tenía que vivir de esto, cojones.

Van los protas de la peli de turno por el desierto, ese desierto americano tan peculiar en el que de refilón y a lo lejos se ve una gasolinera, es lo de menos, van por ahí todo panchos y ven indios, que son malos o buenos depende de en qué año esté hecha la peli, ahora son malos, va el líder y les dice, «quietos, haced como que no les habéis visto» y justo cuando los indios empiezan a galopar para pillarles dice el iluminado: «Ahora ahora», gilipollas, ¿pues no será mejor echar por patas nada más verlos?.

Da igual, porque enseguida ven unas rocas para protegerse, siempre las mismas, en todas las pelis, y allí aguardan hasta que aparece el séptimo de caballería.

Curioso lo del séptimo de caballería, ni GPS ni pollas, saben siempre dónde están los buenos, esos eran tipos listos, no como los indios, que cuando atacan una caravana y estos se ponen en círculo y tal empiezan a dar vueltas y vueltas, en plan «venga mátame tonto», los de la caballería son listos, pero eso sí, cojonazos, están ahí esperando y esperando, hasta que no llevan media hora los de la caravana machacando indios que dan vueltas no aparecen, solo lo harán cuando tu madre grite «pobrecitos pobrecitos, que los matan», di que aquí se cumple uno de los grandes tópicos del cine, que cuando llega la caballería, aunque hayan matado los de la caravana 100 indios estos serán muchos más que cuando empezó el fregado, es más, si te fijas hay un indio al que matan seis veces.

Pero el héroe no está aquí, el héroe es un tipo solitario, duro, de esos que cuando les muerde una serpiente esta se rompe los colmillos y se marcha humillada, curiosamente siempre se llama Flanagan, tú te dirás, «pues nunca he visto ninguno que se llame Flanagan», ni puta idea tienes, que lo sepas, como se nota que eres más de cine moñas, Flanagan es un tipo duro como te digo, coño, que he visto yo paelleras con menos diámetro que las pelotas de Flanagan.

Y rápido, rápido y con una puntería infalible, es tan rápido matando malos que Merikeit (la chica) no puede sino caer presa de sus encantos, «oh Flanagan, eres tan rápido matando hijoputas…», «oh querida Merikeit, no para todo soy tan rápido, que la última vez que copulé para cuando la quise sacar el crío ya mascaba tabaco.»

Cierto, nuestro Flanagan aparte de ser duro, y rápido (el más a este lado del Pecos), es también un tipo sensible, pero ante todo es duro, está ahí en el saloon, jugando al poker, le hacen trampas, se da cuenta, se levanta, él solo contra 6 de los malos, da igual, les zumba a todos, le rompen una botella en la cabeza (no hay peli sin escena de peleas en el saloon), ni se inmuta, a todo esto destrozan el saloon pero al dueño se la suda, ya le dará Flanagan un dolar por los gastos.

«Este pueblo no es lo suficientemente grande para los dos, forastero», hostias qué frase, no me digas que no, justo antes del recurrente duelo en mitad de la calle principal, mientras Merikeit observa desde una balconada, justo enfrente del tejado donde está el colega del malo y sus siete compinches, a todos los mata Flanagan, ojo, sin recargar, porque es tan chulo que de un tambor de seis disparos saca balas como para acabar con todos los malos y el hijoputa que estaba escondido en las ruedas del carro.

En fin, tópicos tópicos, da igual, hay muchos más, pero si ya los conoces para qué aburrir, de todas formas hay que reconocerle al western que es uno de los grandes géneros del cine por derecho propio, a pesar de sus cosillas, te dejo con Wolfen y su «I Am I».