El cine romántico y sus cosas.

Bien, tras dedicar una entrada al cine de guerra me preguntaba yo qué género vilipendiar ahora, claro, tras hacer la entrada a favor del romanticismo ya me quedó clara la cosa. Ay ese cine romántico, comedia romántica que se llama, por los cazurros, para los eruditos y cinéfilos este género tiene un nombre científico, «pelis bonitas».

Hay una cosa curiosa, no te la vas a creer, en las pelis bonitas, el prota casi siempre se llama Flanagan, tú te dirás que no has visto una en la que el prota se llama Flanagan, pero sí, siempre se llama Flanagan, y ella Marikeit.

Es cine, a pesar de todo lo que pudiera parecer, realista, se despiertan, con las persianas levantadas, entrando el sol por la ventana, ellos abrazados, nada de como duermes tú, cada uno a su lado y que suena el despertador y te comes la mesilla porque no encuentras la luz. ¿Tú que haces nada más levantarte?.

Ir al baño a mear, sí, como mucho te tiras un cuesco, pero lo de mear es inevitable, coño, si llevas meándote vivo dos horas y por no levantarte estabas ahí aguantando como un campeón, pues en las pelis bonitas Flanagan se despierta, la besa a la Marikeit de los huevos y se va a hacerle el desayuno, mientras ella se sienta en la cama y se tapa con la sábana las tetas.

Sí, se la ha follado toda la noche, pero a ella le da pudor que le vea las tetas, es super realista, no me jodas que no. Eso y que cuando ella se levante coja la sábana y se vaya a duchar, en una peli bonita no hay orgias, pero si las hubiera en la cama habría 20 sábanas para que cada uno que se levante se envuelva y se vaya a duchar, que sí, que se habrá metido cuatro nabos a la vez, pero hay pudor coño.

Marikeit siempre está buena, es la clave de las pelis bonitas, en la vida real es más complicado ser romántico, con esas jambas la cosa se facilita horrores, cuando Marikeit sale del baño a desayunar, perfectamente preparada en cinco minutos, es decir, real como la vida misma descorre las cortinas y aparece un paisaje cojonudo, tú en tu casa levantas las persianas y ves a la vieja de enfrente sacudiendo las alfombras, es lo que tienen las pelis bonitas.

Pero claro, no todo es perfecto, Flanagan algo hará, se liará con la amiga zorrón, lo que sea, y Marikeit sale corriendo, «snif snif, mira que eres malo flanagan, me voy corriendo», no sin antes decirle una frase que vaya, no me digas que no la has escuchado nunca, «pero no nos digamos adiós, digamos hasta otra», da lo mismo, porque Flanagan sabe de sobra dónde ir a buscarla, a ese sitio especial.

Tú no tienes sitio especial, ¿el monte donde te la zumbabas de novios?, ya puedes ir y esperar sentado, te comen los lobos, en la vida real se van con su madre, a llorar, a comer chocolate. Y si no está en ese sitio ideal el Flanagan sabe de sobra dónde ir, al aeropuerto, o a la estación de autobuses, o a la de trenes, la cosa es que mira que tiene para elegir, pero acierta, siempre, ah, pillando un atasco, por cojones.

Flanagan y Marikeit se conocen, coinciden en cualquier sitio, se miran y se enamoran, si no en la primera vez volverán a coincidir, a ti también te pasa ¿no?, es muy habitual, entran en un tren, van a coger los dos la misma barra, se miran, «ji ji» y en veinte minutos metiendo ahí como campeones, tú vas, en el metro, le dices cualquier cosita a una, te mira y te dice «pero qué cojones te voy a dar mi teléfono gilipollas, ve y hazte una paja, cabezón, que eres un cabezón».

Nada, quedan muchos tópicos, como el maquillaje perfecto siempre de ellas, aunque Marikeit se meta en un lodazal, o que siempre le deje la marca de carmín, perfecta, en el cuello de la camisa de Flanagan, que ya hay fijación con los cuellos de las camisas o cuando los protas se ponen a bailar y claro, el resto del mundo se para para admirarlos… todo muy real claro, pero acabamos con una bonita y romántica posdata, Primal Fear, con la colaboración de la churri de Epica, Simone Simons, «Everytime it Rains».