El mediohombre que se zumbó a los ingleses.

Siempre se dice que en esto de la historia (sí, esto va de historia hoy) nadie mejor que los ingleses y los yankis para vendérnosla, no sólo nos la venden, sino que encima muchas veces la manipulan a conciencia, bueno, esto es algo común a toda cultura, civilización, escalera de vecinos o reunión de antiguos alumnos del IFP Eskurze, pero como a ellos les vemos más (no nos engañemos, nos ponen una peli de Tanganika contándonos su independencia y hacemos zapping a ver si sale la Esteban), pues eso, que nos da la sensación de que a manipular la historia les pasa como a mí, que al mus y al follar no me gana nadie.

Bien, pues hoy os voy a contar una batallita donde los ingleses salieron escaldados de cojones, una historia apasionante protagonizada por un español, vasco de pura cepa, Blas de Lezo, tan vasco que tenía un programa de cocina en la tele, tan vasco que murió virgen, ya de aquellas era complicado mojar siendo vasco, hay cosas que no cambian. Pero permíteme que te cuente la historia quitando paja, que vamos, nos la suda bastante los detalles y tal, vamos con lo suegra (gordo 😀 ).

Siglo XVIII (para los que no sepan de números romanos con esa edad ya eres mayor para follar, votar, fumar y demás vicios),, los imperios español y británico enzarzados en una guerra allá por las Américas, la Guerra del Asiento o, como más comúnmente se la conoce, Guerra de la Oreja de Jenkins. Robert Jenkins era un pirata, más bien parece que corsario (si quieres algún día te explico la diferencia), al que un español, Juan León Fandiño, al capturarle le cortó la oreja, aquí ya entra la leyenda y tal, se supone que además le dijo: «Y dile a tu rey que si se atreve a venir le corto también la suya, amén de las pelotas».

Bueno, el tema es que el llorón este, el Jenkins fue a Inglaterra ahí quejándose, «me han cortao la oreja, fucking spanish, i to defeco in all their fiambres», y esto sirvió como «casus belli» o como decimos en cristianés como gota que colma el vaso, como cuando te limpias con la cortina después de la paja en casa, que sin ser gran cosa cabrea a la parienta.

Y ahí van los ingleses a guerrear contra España, ganan alguna batalla, pero dos veces fracasan en el intento de conquistar Cartagena de Indias, que es a donde quería ir saltándome el resto y donde aparece Blas, no el de Epi, sino el de Lezo.

Bueno, ahí tenemos a «mediohombre», llamado así porque la verdad, el tipo no se cuidaba mucho físicamente, manco, tuerto, cojo, dicen que calvo incluso, él al mando de la defensa de la plaza, no es que fuera una plaza en plan de toros o donde vas a dar pan a las palomas, plaza es como llamamos los eruditos a los sitios, a los lugares, a las ciudades, Blas era un tipo curtido en mil batallas, en todo el mundo conocido, un militar de los que no rehuían el enfrentamiento, un valiente (nótese de la escrupulosa imparcialidad de quien escribe esto), a su mando seis naves, unos 3.000 hombres entre soldados y milicianos y unos cuantos indígenas lanzaflechas.

Enfrente tenemos al pérfido inglés, el almirante Edward Vernon, un fantasma de cojones, llegó, vio y mandó un mensaje a Inglaterra, «id acuñando monedas conmemorativas que esto está hecho, nos los vamos a meter una folllada de escándalo», claro, a su mando tenía la mayor armada formada en la historia de su país, dice la misma leyenda de antes que se quedaron sin árboles en toda la isla, que si quemaban brujas no era por vicio, era porque no tenían otra cosa para calentarse. 186 naves y 23.600 hombres a su mando.

A ver, luego si ves que tal indagas en la red y ves lo que pasó en realidad, yo te haré un pequeño resumen, decir que los españoles sabían de antemano los movimientos ingleses, usando tácticas dignas del gran «Jugurta», se cuenta que De Lezo hundió sus naves en la bocana del puerto para imposibilitar la entrada de los barcos enemigos. A los ingleses les sudaba la polla, bombardeaban desde lejos y ala, a desembarcar y a tomar la ciudad, media hora como mucho y nos vamos de putas a celebrarlo.

Pero, qué perrete Blas, escarbó unos fosos alrededor de los muros de Cartagena de Indias, lo cual hizo que las escalas de los enemigos sirvieran de bien poco para alcanzar el objetivo, pero es que además lo que logró fue que miles de soldados ingleses se quedaran atrapados en los fosos, con lo que la masacre fue total, desde lo alto de los muros los españoles no daban a basto a matarlos, a la mañana cogieron y calaron bayonetas, destrozando lo poco que quedaba de la infantería enemiga.

Se las ingeniaron para que los ingleses no pudieran desembarcar, cuando lo hacían siempre acababan muertos, al final, ante la imposibilidad de victoria, la hambruna de sus tropas, enfermedades y falta de alternativas, Vernon puso pies en polvorosa, dejando una de las más vergonzosas derrotas de su imperio, tan vergonzosa que el rey inglés Jorge II prohibió hablar a sus historiadores del asunto. Curiosamente Blas de Lezo también murió a consecuencia de la batalla, él y muchos otros, al contraer la peste, enfermedad propiciada por la cantidad de cuerpos podridos que dejó la contienda.

Nada, esta es la historia de este gran militar español, cuyo nombre era sinónimo del mismo diablo para los ingleses, cuando el almirante inglés escribió una carta al español diciéndole más o menos que se retiraban pero para volver en un tiempo De lezo respondió: «Para venir a Cartagena, es necesario que el Rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque ésta solo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres».

Cojones, qué posdata hoy, Mano Negra, la banda que lideró Manu Chao, franceses, míticos estos galos, pocos años en activo, a finales de los ochenta y sobre todo primeros noventa, pero dejaron gran huella con su rock con múltiples influencias de todo tipo, su mejor canción, sin discusión alguna además, esta «Mala Vida»