Simón el separatista.

Bueno, mientras ve si se acaba de ubicar o no mi querida treintañera me pide una entrada, sobre Simón Bolívar, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte y Blanco más concretamente, qué cosas tienen los nobles que pudiéndose llamar Pepe Pérez se empeñan en alargar la cosa. Bien, es todo un reto esto para mí, quizá de los encargos más dificultosos que he recibido, su vida, sus actos propiciando la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela (aunque en realidad antes hubo otros estados que no llegaron a buen término), darían para demasiado, se haría eterna la cosa.

Podría entonces dedicarme a hablar de su lado más oscuro, que lo tenía, o de su muerte, ahora polémica al cobrar fuerza la hipótesis de que fue envenenado, pero tampoco es plan de hablar de un mito de la historia y detenerme en lo malo y en lo propio de teorías conspiratorias a lo Dan Brown, así que tiro por la calle del medio, hago un pequeño resumen de la cosa esta de las independencias y santas pascuas, eso sí, duela a quien duela será un relato objetivo, veraz y nulamente tendenciosos y manipulador.

Rápidos antecedentes, érase un bonito y próspero reino peninsular que aun no era ni reino propiamente dicho sino la suma de dos, llamábasen Castilla y Aragón, regidos por monarcas gentiles que tanto se montaban como se dejaban montar, una vez estaban los reyes viendo una carrera de veleros cuando vino Cristóbal Colón y les dijo que la reina no era plana, todo el mundo entendió «tierra» y claro, le picaron, «a que no hay huevos de ir a demostrarlo, puto listo».

Y Colón se puso a navegar y descubrió América, antes fueron los vikingos y antes de estos los nativos, pero fue colón quien descubrió aquello, «os descubro queridos míos», dijo, y los conquistó, como un español (aunque sea de fuera) conquista, a base de poemas de amor, una vez conquistados y durante el acto de conquista pues les zurraron un poquito, les metieron por cojones su religión y tal y hasta les soltaban negros en plan Lope de Aguirre, pero poca cosa, «no os quejéis, mirad lo que harán en un futuro los ingleses en la parte de arriba de esta tierra a la que dará nombre un italiano listillo», y los indígenas, al imaginarse lo que sucedería en el futuro a miles de kilómetros tan felices, «masácrenos señor, así al menos aprendemos el idioma para cuanto emigremos en el futuro».

Pero esa bonita historia de amor entre razas y pueblos se truncó en el siglo XIX, a primeros además, recién cobrado el sueldo, ya había por América movimientos secesionistas, qué cabrones, pero estaban aun lo bastante acojonados por el poderío militar patrio, el nuestro digo, pero va un tal Napoleón y nos invade, y las noticias del cambio de rey, con el hermano del gabacho en el trono, llegan, tarda, pero llegan, un traidor las filtra y la peña se anima.

Y ahí aparece Bolívar, no os dejéis engañar por la imagen, era el diablo, un rojo, descendiente de vascos tuvo que ser encima, mierda de separatistas, con un rabo enorme de demonio, echaba fuego por la boca y comía niños para desayunar, sí, ese era el auténtico Bolívar, enseguida se puso al frente de los movimientos independentistas, en 1810 Caracas fue el primer territorio americano en lograr de facto echar a los españoles y por lo tanto la independencia, sin referéndum siquiera, sin que el Partido Popular ni intereconomía dieran su consentimiento, lo dicho, cabrones es poco.

Y aunque gracias a dios y a algún terremoto que este lanzó al final el glorioso imperio español, nunca suficientemente venerado y verdadero defensor de la paz y el amor entre culturas logró recuperar la recién creada república de Venezuela no creáis que Bolívar se rindió no, porque era malo, muy malo niños y niñas, y fue contagiando su maldad a más y más gente, hasta comió la oreja a esos interesados ingleses, siempre al sol que más calienta (y en Venezuela calienta de cojones).

Y en 1812 hizo un manifiesto muy famoso, por la maldad que desprende, escrito sobre la piel de inocentes vírgenes españolas desfloradas por sus bárbaros soldados, en él llamaba a la unidad de los pueblos americanos para enfrentarse a las tropas españolas y echarlos, qué traidores, les llevas las patatas y así te lo agradecen, no contento con encabezar políticamente el movimiento separatista encima se mete a comandar las tropas para llevarlo a buen fin, léase lo de «buen» sabiendo que en realidad no sabían lo que hacían, dónde mejor que en España se va a estar.

Luego ya hizo pues eso, cosas de diablo independentista, fue tomando plazas, le dieron el título de «El libertador», tras la «campaña admirable» y la toma de Mérida y en 1813 volviose a conformar la república de Venezuela, ahí iniciose una serie de gloriosos ataques realistas, a pecho descubierto y sin armas algunas, en plan bravos, cotnrataques de los separatistas estos, armados hasta los dientes y encima con dragones y orcos entrenados para machacar hispanos (les hacían oler discos de Manolo Escobar para que los reconocieran) hasta que al final los españoles captaron la indirecta y dijeron, «¿acaso no nos queréis?, haberlo dicho hombre», y sin sufrir derrota alguna se fueron deportivamente.

Ya sé ya, tienes un profesor de historia que te contó cosas de Gran Colombia, episodios como el de José Tomás Boves y sus enfrentamientos con Bolívar, que te dijeron que fueron la mar de interesantes, su peregrinaje, el de Bolívar, por sitios diversos recabando apoyos para la causa, el llamado Paso de los Andes y la gesta que supuso, la Batalla de Boyacá, Antonio José de Sucre, pichincha y demás o esa Batalla de Ayacucho donde asegura que nos derrotaron definitivamente, sus andanzas ya como gobernante y tal y tal y tal, mentiras, todo mentiras, a ver, ¿vas a creerle a él solo por ser un tipo titulado y no a mí que me conoces por internet?, pues lo dicho.

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