Ejemplo práctico de cabronismo.

Hará unos meses te conté una receta de cocina un tanto peculiar, de y para cabrones, para gente vil, mentirosa y rastrera, bien, la recordarás supongo, se trataba de mentir suciamente para sacar algo a cambio, era todo mera teoría, pero, piensa, ¿quién no ha interpretado alguna vez una tragedia para sacar algo a cambio?, pues yo también.

Mili, que bonita palabra, ya no se hace la mili, menuda tocada de huevos, a hacerte un hombre no aprendías no, pero a vaguear, a hacerte trujas como para un campeonato, a trapichear, a escaquearte, a escaparte y demás vaya que sí, y a echarle morro, a aprovecharte del sistema, por entonces ya eso del calabozo no se estilaba, aunque te pillaran bajándote los pantalones borracho en la plaza de armas, aunque en vez de tres días te tiraras siete de permiso en casa, te arrestaban, pero los arrestos eran días sin salir del cuartel, base aérea en mi caso, total, si tenías siete días de permiso al mes y un fin de semana por medio ¿qué más te daba que te arrestaran 10 días sin salir?, si mi «trabajo» allí precisamente era trasladar gente, mandos y familiares, de la base a la ciudad y traerlos tres o cuatro horas después.

Pero en fin, que no es de eso de lo que te voy a hablar, sino de una de mis interpretaciones más conseguidas, ojo, es absolutamente real. Resulta que llega un viernes, me tocaba librar el finde y me iba a ir a casa, 400 kilómetros, daba igual, tenía un motivo para venir, una chavala, motivo que con 19 años es vaya, un pedazo motivo, esta tenía dos, y vaya, que tenía fama también de tener un par de piernas cojonudas, di que yo las piernas como las patatas de los guisos, es lo primero que aparto.

Nada, a joderse, que me tengo que quedar, falta gente, entonces, a esas horas, hay que pensar deprisa, ya es viernes, faltan apenas unas horas para que salga el tren a Bilbao, ahí aparece mi lado cabrón, evidentemente no había móviles, ¿putada?, qué va, ideal, voy a la cabina pública, llamo a casa, coge mi hermano, le digo, «tú llama a este número, que te pasen a esta extensión y pregunta por mí», «¿y qué te digo?», me pregunta (obvio que pregunte, por eso los símbolos de interrogación), «tú llama y sígueme la corriente, ha hablo yo».

Para el éxito de la misión era indispensable que le pasaran con esa extensión, puesto que era el cuarto donde estaban los mandos, sargentos, tenientes y demás, me vuelvo a mi sitio, me tumbo, aparentemente ya resignado a mi mala suerte, me avisan, «eh Dess, tienes una llamada donde el oficial de guardia», me hago el sorprendido….

Voy, pillo el teléfono, «¿quién es?», y ahí comienza mi gran actuación, qué cabrón soy :D, «no me jodas….», voz temblorosa, entrecortada…. «¿pero está bien?» (a todo esto mi hermano sin decir una sola palabra claro), lloros incontenibles, «no, no podré ir, tengo que quedarme, intentaré ir lo antes posible..», sollozos, «ante todo no la dejéis sola, ¿me oyes?»..

Cuelgo, porque mi hermano, que no sabía nada de lo que iba a decir empieza a descojonarse y claro, es contagioso, me quedo absorto, mirando al techo, por no ver las caras y descojonarme yo claro, unos lagrimones… vaya, no frotándome los ojos con dos cebollas, ni viendo una peli romántica tipo «métemela otra vez Sam», claro, ahora la segunda parte del plan.

«¿Qué pasa Dessjuest?», «nada mi teniente, mi madre, le ha dado una angina de pecho y está en el hospital.

Claro, yo solté lo primero que pensé, ni puta idea si una angina de pecho era lo suficientemente grave como para que te ingresen, pero coló, menos mal que no me preguntaron en qué pecho le había dado la angina, porque de las tetas de mi mamá no se habla.

La cosa es que sí, coló, me dieron unos días de permiso, ampliables si fuera necesario (lo fueron claro), pero ya puestos…

«Lo malo mi teniente es que no tengo dinero para un taxi, ¿sabe?» y nada, sin problema, que alguien pille un coche y me acerque a la estación, «y ya puestos mi teniente, si pudiera darme un cajetín para el tren…» (un cajetín era una cartulina con cupones que vaya, hacían que el viaje saliera a precio de ganga), «es que así puedo comer algo en el viaje», cajetín firmado, aun lo tengo en mi poder, lo que sobró vaya, encima me suelta mil pesetas para que pudiera comer algo caliente

Por el camino el compa me miraba, me mantuve frío, esas cosas no se confiesan a nadie, ni siquiera a mi madre, la vida dio que nadie llamó a casa en esos días desde el cuartel para interesarse, la cosa es que sí, salió el tema redondo, tuve una actuación genial, asombrosamente creíble.

Iron Maiden para la posdata, quizá la banda heavy más famosa del mundo entero, de su disco con Blaze este «Man on the Edge»