Tú asesina que yo vivo de cojones.

La verdad es que hay personajes en la historia interesantes, Aitor, en esa entrada dedicada a la orden del temple, sugirió un nombre, Hassan ibn Sabbah, la vida y milagros de este hombre la verdad que es un caramelo para cualquier gran historiador, imagina entonces lo que es para un historiador pequeñito, pequeñito, enclenque, feo y gafoso, un caramelo no, más bien es como dos pezones de los de Samantha Fox en sus mejores tiempos.

Vamos pues a dedicar unos minutos a este hombre, famoso por fundar una secta, si, una secta en toda regla, los hashshashín o secta de los asesinos, este término, «asesino», viene directamente de ese vocablo, «hashshashín», en teoría era un reformador de la fe musulmana, pero en la práctica era más bien un vividor de cojones, un tipo con más cara que espalda, espalda de las de tipo Tarzán, de las amplias, no de las mías que apenas tiene mérito.

Bien, como decía, tú vas a la wikipedia y te aparece: «también conocido como «El Viejo de la Montaña», fue un reformador religioso, autor y precursor de la «nueva» predicación o da’wa de los ismailitas nizaríes, que pretendía reemplazar la «antigua» da’wa de los ismailitas fatimíes de El Cairo», bien, entre que no tenemos ni puta idea del asunto y que en cuanto nos dan dos nombres desconocidos nos perdemos pasamos del asunto, ni nizaríes ni fatimíes, con todos nuestros respetos nos la pela, vamos con chascarrillos, con la parte interesante de su vida.

Como toda buena secta la cosa funcionaba de forma piramidal, con él, Hassan, como cabeza de todo, curiosamente tanto él como el resto de la cúpula,eran agnósticos. Alamut, al norte del actual Irán, fue su fortaleza principal y desde la que comenzó su auge, su primera conquista vaya, y eso que para lograrla tuvo que hacer frente a un tal Alid, gobernador de la plaza, quien no se lo puso fácil. Desde allí comenzó su pequeño imperio, logrado mayormente a base de adoctrinar chavalería, comerles la olla, entrenarles y convertirles en asesinos profesionales.

Hassan ibn Sabbah se declaró el nuevo profeta, dándose un estatus similar al de Mahoma, casi nada, todo un líder de opinión el tipo, como siempre hay gente presta a creerse estas cosas en poco tiempo tuvo multitud de adeptos, fieles, ciegos añadiría, fanáticos religiosos que como buen fanático religioso no se planteaba nada que se le ordenara, recordemos en todo momento que nuestro Hassan era agnóstico, lo cuál hace más descojonante el asunto.

Era tal la jeta del hombre este que tanto él como sus más allegados buscaban en la vida tan solo placer y felicidad, es decir, todo lo que era pecado para sus fieles era de obligado cumplimiento para ellos, coño, que a uno de sus hijos lo mandó ajusticiar (entiéndase que lo mandó matar) por beber vino, se supone que para que no se le acabara a él, porque se pillaba unas moñas de campeonato, por cierto, a otro hijo lo mandó matar (entiéndase ajusticiar por los cultos) bajo una acusación falsa de colaborar en asesinato.

Pero lo dicho, él y los suyos venga de juerga y sus fieles rezando todo el día, mas vamos a simplificar el escalafón para quedarnos con esos asesinos, también llamados fedayines, su cuerpo de élite, sus «guerreros», entrenados para matar y quienes las malas lenguas aseguran que iban puestos de hachís para no plantearse en exceso sus actos, tú te dirás, pues menuda tontería, si asesinar no es para tanto, ya, pero es que no sólo asesinaban, sino que muchos de sus objetivos debían de ser eliminados públicamente, sobre todo los más poderosos, en presencia de cuanta más gente mejor, claro, eso qué conllevaba, que eran capturados o lo que es peor, linchados allí mismo por los ciudadanos testigos, y aunque Hassan les había prometido la vida eterna en el paraíso de cumplir sus deseos pues hace falta un plus de ánimo para ir con un par de cojones a asesinar al VIP de turno sabiendo que en minutos vas a seguir su camino.

Esto, no obstante, era la excepción, bien por ganarse fama de eso, de asesinos, bien por dar miedo a los seguidores de los asesinados, lo normal era que los casi 40.000 «hashshashín» hicieran su «trabajo» de forma exquisita, entiéndase limpia, rápida y en el más absoluto anonimato, funcionaban como cédulas independientes, pudiendo ser considerados como antecesores directos del actual terrorismo islámico, con la desaparición de Sabbah se desmadraron bastante, ampliaron su lista de objetivos y ya no sólo asesinaban miembros de confesiones rivales musulmanas, sino cristianos también, sirviendo como mercenarios a sueldo y así mantener el nivel de vida de sus líderes.

Decir, y sé que me estoy enrollando en demasía, que es más que probable que todo esto que cuento sea una trola descomunal y que realmente fuera un religioso devoto, ya que todas las fuentes sobre su existencia y la de su orden son las de sus enemigos, ya que las suyas fueron destruidas por las hordas de los mongoles. Decir también que la orden sigue más o menos vigente, que Aga Khan de Bombay es en teoría su líder en la actualidad y que gracias a las aportaciones de sus fieles vive cómodamente en Europa, parece que heredó también lo de vividor.

Bueno, no te quejes que lo he resumido lo más que he podido, posdata, Waltari, fineses, para mí bastante inclasificables, de ellos este «Get Stamped» que la verdad, mola un huevo.