La muerte de Omar Little.

Bien, en este comienzo de año la verdad es que la cosa se va a tornar muy histórica, tras esta van a ir tres entradas dedicadas, o encargadas si lo prefieres, una de los templarios para Inma, otra de rescate de princesas para Logoferoz y una batallita cubanabatallita cubana para el amigo Javier Montenegro, contando que alguna más de historia está ya programada pues eso, que en una temporada os daré el coñazo con el tema.

Valga para cuando escaseen claro, pero, mientras llega el momento voy a dedicarme un tiempo a mí y a mi despistado lector, aquel a quien dedicaba mis entradas cuando era este un blog mucho más anónimo de lo que es ahora. Voy a hablar de lo que me gusta, series, voy a hablar de la serie que más me gusta, «The Wire» y de un personaje de quien ya te hablé cuando te conté acerca de esas calles de Baltimore que tan bien desnudan David Simon y Ed Burns, los creadores de la serie, Omar Little, el «agente libre» gay.

Mira que hay personajes buenos en esta serie, serie que sin duda alguna es la mejor de la historia, no hay discusión al respecto, pero Omar es quizá de los más atractivos, su forma de ser, cariñoso con sus parejas, implacable con sus enemigos, su código tan peculiar en lo referente al honor, ese miedo que transmite, ese miedo que sienten los «trapichas» a quienes les roba la mercancía, miedo que hace que muchas veces no tenga más que pedir para que le den, esa cicatriz a lo largo de su cara, Michael K. Williams hizo sin duda con él el papel de su vida, por mucho que siga haciendo personajes con más o menos carácter, como el de «Boardwalk Empire», su cara quedará por siempre unida a la de Omar.

Cuando hablo de «The Wire» como la mejor serie de la historia lo hago convencido, por su realismo, por su complejidad, por lo de completa que tiene, prácticamente no deja títere con cabeza, y lo hace eso, con un realismo atroz, sin concesiones apenas a redenciones, a éxitos policiales, a personajes «buenos y malos», no, es una gran madeja de la que Simon va tirando consiguiendo tejer el más atinado espejo de la sociedad actual, de las miserias de la sociedad actual.

Y cuando me rebaten el realismo de la serie siempre ponen como ejemplo a Omar Little, que es quizá a priori el personaje que se escapa de la ecuación, su manera de ser, sus andanzas, a primera vista pueden parecer exageradas, pero se olvida que Simon conocía perfectamente Baltimore y se olvida una máxima, que la vida real suele superar a cualquier ficción.

Porque sí, Omar Little no deja de estar inspirado en una persona real, Donnie Andrews (en la imagen junto a Williams), quien encima hace un pequeño cameo en la serie y como compañero de aventuras de Omar, muchas de las cosas que definen a Omar y muchos de los actos que hace este en la serie están basadas en hechos que realmente sucedieron y que tuvieron a Andrews como protagonista, ese código de honor de no mezclar mujeres y niños en sus guerras contra los narcotraficantes locales, ese ayudar testificando en un juicio para acabar con alguno de los miembros de esas bandas, e incluso, la escena en la que aparece en la serie, en la que Omar tiene un tiroteo con dos asesinos rivales y salta por la ventana, escena realmente emocionante y dura, está basada directamente en las vivencias de Donnie.

La única diferencia es en el final de Omar, que no te contaré evidentemente, Andrews dedicó sus últimos años a intentar sacar del infierno de la droga a chavales de los barrios marginales de la ciudad, era prácticamente un héroe en vida, digo «era» porque la noticia es que ha muerto, en diciembre, y con él quizá se muere un poco de Omar también. Realmente es acojonante descubrir como el personaje menos creíble en su concepción de «The Wire» es quizá el que más claramente tiene reflejo en la vida real, no le conocía de nada, evidentemente, pero descanse en paz Donnie Andrews y sí, que descanse en paz Omar Little.

Edguy para la posdata, «Tears Of A Mandrake» el tema.