«Touch», los invisibles lazos del destino.

Pues me estoy viendo «Touch», una de las últimas apuestas de la Fox, que pica y pica sin que acabe de encontrar esa gran serie bandera que vaya tomando el relevo a los «House» o «Fringe» . Viene de la pluma de Tim Kring («Héroes») y cuenta con el gran reclamo en el reparto de Kiefer Sutherland, junto a este aparecen la guapita de turno, Gugu Mbatha-Raw, el chavalín David Mazouz y otro peso pesado del cine yanki, Danny Glover.

La verdad es que uno tras ver el piloto no albergaba muchas esperanzas, una historia de esas que te parece haber visto ya antes, números encriptados, un niño «raro» que hace cosas raras, el destino de las personas, que se cruza y se vuelve a cruzar, todo previsto por ese chaval que es todo un genio, todo además con un ambiente sensiblero, por no decir moñas de cojones, eso sí, hay que reconocer que entretener pues sí, entretiene, sobre todo si te gustan las historias raras, crees en el destino y los finales felices, las buenas personas de corazón y todo eso.

Pero no, no cuela, el problema de este tipo de series es que tiene que hacer creíble la máxima, lo que te decía de los números, el destino y el niño superdotado, y para hacerlo tiene que hacer creíbles las tramas, pero es que ni por el forro. Un niño, su padre un gangster, le dice a una niña que por qué todos sus compas le odian, ella le dice literalmente que es como Tony Soprano, malo, que hace sufrir a la gente, va el niño y llama a su papá.

Este está a punto de darle una zurra a uno que no paga, lo típico de los gangster, pero como le llama el nene y le pide que no sea malo le deja ir. Sí señor, con dos cojones, realismo a borbotones, que rima con cojones y me queda bien. Tony Soprano estaría ahí, al teléfono, con el niñito, diciéndole «qué va hijo, ni puto caso, si yo soy un angelito de la caridad», mientras le patea las tripas al deudor, luego iría donde los compas del niño y sutilmente les indicaría con una paliza a sus padres que o ajuntan a su retoño o ahí va a tener que ponerse menos cariñoso.

Otra buena, va un chino y le roba la cartera a un pardillo, se va y al abrirla ve la foto de una chinita, coño, ?pues no se da la vuelta el tipo y le devuelve la carterita de marras al dueño?, sí señor, toma realismo, es como si yo se la robo y veo que tiene la foto de un bebé calvito, me enternezco, «ay qué monada» y me vuelvo bueno y honrado, coño, ni Swelpe, el zorro ladrón de Dora la exploradora, es tan gilipollas.

Pues toda la serie es así, todas buenas personas, todos conectados por la casualidad, ejem, el destino, vaya, que puede tener su público, pero yo al quinto capítulo acabé hasta los huevos de ella, y muy bien no parece que vaya, porque aunque hay ya confirmada segunda temporada está previsto que le den un cambio radical a la serie, no me extraña, de seguir por esta senda escaso futuro tiene.

Lo dicho, si te molan las historias con final feliz es tu serie, si te molan las historias esas del destino, de niños insoportables, pero genios en lo suyo, donde los guionistas se inventan cualquier cosa para que al final cuatro o cinco historias que en principio no tienen nada que ver acaben formando la cuadratura del círculo, pues es tu serie.

Si quieres ver algo con cierta originalidad, credibilidad, empaque, sentido, calidad o similares pues mejor olvídate, serie blanquita y absolutamente prescindible, y no lo dice cualquiera, lo dice un líder de opinión.

Nirvana, ¿quién no los conoce?, crearon un estilo musical, encima su líder acaba como acaban los mitos, prematuramente, «Smells Like Teen Spirit» seguramente de vivir y componerla ahora podría haberle significado una polémica por pederastia, pero en fin, tema mítico como pocos.