Un día de monte.

«Hay que empezar a hacer otra vez cosas de matrimonios», esa frase me llenó de optimismo, también de preocupación claro, después de tanto tiempo uno duda de si estará a la altura y aguantar más allá del minuto, estaba ya presto a bajarme los pantalones, pero no, se refería a hacer excursiones en familia, al monte, manda huevos, «cosas de matrimonio», venga ya, no hay cosa más sobrevalorada que el monte, si fuera tan cojonudo viviríamos todos allí, merece la pena si vas a un asador, pero no, esta se refería al monte monte, donde las vaquitas y esas cosas.

¿Pero qué coño esperas encontrar ahí?, mosquitadas de cojones, vamos, que solo les falta ir con la cabalgata de las valkirias, ahí prestos a atravesarte el brazo, bichos,
que les tengo asco, y sin motivo, ¿para qué ir?, «porque estamos cogiendo unos kilitos», me dice la parienta, a ver, seamos justos, a cada cual lo suyo, vete con tu madre, que se está cogiendo los de todos, a mí dejadme en paz.

«Me da igual, vienes porque me sale de los cojones que vayas», me dice, vale, razonando ya es otra cosa, que pille solo lo de primera necesidad, que me conoce, pues si me conoces haz tu la mochila, que pasa lo que pasa, luego llegamos al monte, ve la botella de patxarán y las cartas y ya hay movida, ¿qué más de primera necesidad hay que lo necesario por si surge un mus?.

Y las niñas, ahí, reclamando de su padre sabiduría, que qué animal es ese, «un pájaro hija», siempre quieren más, que qué clase de pájaro, yo qué coño sé, ¿de los que vuelan?, la mujer cabreada, «podías hacer un esfuerzo», vale, pues mirad niñas, es un pájaro «uyuyuy», que se llama así porque tiene las patas muy cortas y los cojones muy grandes, entonces pues eso, cada vez que aterriza…. Hostia, qué quieres, yo entiendo de ciclismo, no de animales, y de ciclismo de ruta, no de experimentos de montaña y chuminadas.

Eso sí, la cosa se presta a las anécdotas, acuérdome de escuchar un alarido estremecedor, como de ver un oso o algo así, correr, encontrarme a la suegra, preguntarle, «no hijo, si yo no he chillado», una mofeta muerta a su lado, en su rostro una expresión de puro pavor, miro a la suegra , «es que estaba cagando…», se entiende todo ya, pobre mofeta, menuda visión para dejar este mundo, la horma de su zapato encontró. Vale, esto me lo estoy inventando, pero qué es la vida sin malmeter contra la suegra, es como los árbitros para Mouriño.

Andar, más andar, un sinsentido, un alto para merendar, claro, la otra se vació y hay que llenar el hueco, «ya verás que tortillas hago hijo», querida suegra, me da igual su vida sexual, «verás qué esponjosas», a ver, uno de los dos tiene una idea equivocada del término «esponjoso», porque yo he visto vigas maestras menos duras, en vez de huevos parece que le echó cemento, y las patatas se fríen antes señora.

Una experiencia sin duda inolvidable, mejor hago como el del dibujito y me voy yendo a buscar la playa.

El retorno de The Offspring para la posdata, pegadizo este «The Future is Now»