La dichosa paternidad.

Aunque bien pudiera parecer lo contrario uno, desde hace muchos años, sabía que estaba destinado a ser padre, más concretamente desde que la parienta, entonces novia aun, me lo propuso como se suelen proponer esas cosas, en medio del polvo, es más, sabía yo que la primera tenía que ser niña, mucho antes de hacerla ya tenía nombre, nombre femenino claro, de haber nacido varón pues el problema era evidente.

Hay que decir que uno esperaba el momento de ir a por la criatura con ansia, no porque tuviera prisa en ser padre, por intentarlo, que es lo mejor del tema, son los únicos momentos en los que te metes en la cama y nada, tú en tu esquina, sin necesidad de pedir sopitas, ella viene, porque le interesa claro, eres un mero instrumento, pero seamos sinceros, no nos quejamos. La mala hostia del asunto es que uno es fértil, sí, por desgracia, tú escuchas a amigos ahí, meses y meses intentándolo, meses y meses de sexo a cualquier hora, lugar, el cielo para un salido como yo, coges, vas tú y a la primera de cambio aciertas.

«Cariño, tengo una noticia que darte, vas a ser padre»…..

«Ahm, qué bien…»

Y ya se jodió, ni un polvo para celebrarlo, entre el embarazo, la cuarentena, la postcuarentena, la sesentena posterior y demás estás un tiempo majo entrenándote para los análisis de la vasectomía, pero no, no estamos aquí para hablar de mi triste vida sexual, estamos para hablar de mi querida y preciosa nena, porque sí, fue nena, como estaba previsto.

Dicen que la paternidad te cambia la vida, ya, fijo, hombre, es cierto que dejas de dormir, que aprendes a manejarte con pañales, biberones y demás, que sí, que tienes una responsabilidad en la vida, pero eres el mismo, eso lo descubrí el mismo día del parto, largo día por cierto, el parto lo normal, supongo, largo, con dolores, sudores fríos, tensión, eso yo, la mujer algo pasaría también, nada comparable claro, está sobrevalorado ser madre, el que lo pasa mal realmente es el padre, todas las atenciones para ella, me dieron un abanico y pensé: «Joer, qué detallazo» y empecé a darme aire, porque coño, me faltaba, viene la enfermera, me mira con cara de mala leche y me dice: «Eh, que eso es para que le des aire a ella», qué egoísmo coño, ¿y yo qué?.

Pero a lo que iba, coge la niña y nace, preciosa claro, como su madre, por fortuna, de todas maneras ya tenía yo preparado el papel de reclamaciones por si se parecía a mí, la coge la enfermera, eh, pedazo enfermera, qué buena estaba la jodia, encima con ese uniforme… «Uy qué bonita», dice, «pero qué bonita eres¡¡», joer, ponía tanta efusividad que me dieron ganas de decirle que si tanto le gustaba le hacía una para ella, sí, ahí me di cuenta que la paternidad no me había cambiado en absoluto, seguía siendo el mismo enfermo de antes.

Nada, ahí yo con esa cosa en casa, embobado, todo el día mirándola, qué cosa más frágil, yo claro, inexperto, a ver, cierto es que siendo sinceros una vez intentaron empaquetarme un chaval, porque uno de joven tenía su encanto, qué tiempos aquellos, pero lo que es comprobado y ejerciendo era la primera vez, mi desvirgamiento como papá, eso de desvirgar a ver, coño, ¿a qué suena?, i-nex-pe-rien-cia, ¿claro no?, no estamos preparados, pues nada, sin ver el peligro, coge la parienta y con la niña aún sin cumplir la semana se va a la peluquería, otra vez el egoísmo, y yo no puedo, «es que tú eres calvo anormal», me dijo, excusas, poder ir puedo ir, qué se yo, de visita, nada, que se va, «me vienes a buscar en una hora con el coche», «¿y la cría?».

Que la lleve conmigo me dice, joer, ¿cómo?, es que es fácil decirlo, pero la maxicoxi o como coño se llame eso es toda una putada, no hay Dios que lo entienda, el mismo cacharro vale para el coche y para pasear, vale, en el coche bien, aparco, saco el armazón del maletero, pillo la niña y el huevo ese de los huevos, nada, no encaja, a ver cariño, que te suelto un poco y miro como va, por si acaso, ya, ya sé como va, lo saco del armazón y meto la niña otra vez, la intento encajar de nuevo… a tomar por culo, idiota, que no ataste a la niña, al suelo, su primera hostia en la vida culpa de su padre.

Venga a llorar, «shhhhhh» «ea ea ea ea…. ya ya, ya pasó», que no entienden joer, vale, se queda dormida, para qué coño la duermes imbécil, ahora no se mueve, acojonado es poco, ya sabía yo que la peluquería no era buena idea, le ha pasado algo joder, toquecitos en los papos, nada, no responde, más toquecitos, la puta de oros, menuda cagada chaval, anda que tiene huevos, cuando se entere la parienta flipas. Más toquecitos, vaya, menos mal, se mueve, está dormida, no ha pasado nada, tú mantente entero, todo chulo ahí con tu cochecito y tu nena, a la pelu, pero es lo que tiene la cosa, uno es transparente, nada más ver a la parienta… «¿qué le ha pasado a la niña?», de camino al coche me explico, hay que ver, como para ponerle los cuernos, me pregunta, «¿y por qué no la has llevado al médico?».

Ya salió la lista, claro, al médico, sí hombre, con los nervios que se pasa está uno para ir buscando un ambulatorio, se lo digo, me mira, «scchhhhh», «mira que eres tonto macho», encima insultando, uno pasa por el peor trago de su vida y ella insultando, manda cojones, «mira idiota». Justo enfrente del coche, ni tres metros, AMBULATORIO, y vaya, que encima tenía la pinta de no haberse construido en diez minutos, otra vez a callarse, otra vez se sale con la suya.

Lo dicho, cuando uno es salido lo es para siempre, cuando es medio lelo también, eso sí, la niña obviamente salió ilesa del incidente (real, aunque parezca mentira), a día de hoy es la nena de nueve años más guapa del mundo.

Jon Bon Jovi es el alma de la banda que lleva su nombre, pero también hizo sus cositas en solitario, una banda sonora para una peli que la verdad, no era gran cosa, «Intrépidos Forajidos», aunque en la peli solo llegó a salir un tema, menudo cabreo, fui a verla sólo por la música y salvo en los títulos de crédito nada, en fin, el disco la verdad tampoco era para tirar cohetes, pero alguna canción molaba, como esta «Santa Fe»: